En esta nota te vas a encontrar con: activismo, ciudad, escala humana, jane jacobs, libro, moses, movilidad, new york, periodismo, urbanismo, vida y muerte, washington square.
A pesar del tiempo y la distancia, es decir de casi todo, el nombre de Jane Jacobs es todavía sinónimo de una manera de mirar la ciudad y enfrentar sus problemas. Su libro Muerte y vida de las grandes ciudades (1961) ya es un clásico entre urbanistas y amantes de las ciudades, y su perspectiva, su punto de vista, nos sigue convocando al baile de la vida urbana.
Porque si en algo ha sido original su pensamiento es en disponer todos los sentidos a la hora de elaborar un diagnóstico sobre aquello que anima a la ciudad y lo que inhibe sus potencialidades más estimulantes.
Elaboró sus ideas de alguna manera contra la época, contra lo que se hacía en nombre de cierta modernización creando espacios limpios pero social y espiritualmente muertos. Y lo hacía desde su lugar de periodista, lo que le valió una doble descalificación: por mujer y por inexperta.
Advirtió que el pretendido orden urbano, significaba una esterilización del medio vital donde prolifera un orden humano maravillosamente rico y complejo. Y que la “renovación urbana” puede traer paradójicas consecuencias, como la destrucción de la calle, único entorno donde se puede realizar la vida ciudadana.
Fue una férrea defensora de los parques y plazas, de calles y veredas, de casas y comercios. De una planificación a escala humana, en un contexto de auge y apogeo de obras de infraestructura que ubicaban al automóvil en el centro de toda política pública. En los años de las autopistas, los centros comerciales, los parques industriales y las ciudades dormitorio, emprendió su lucha en favor de la diversidad, de la mezcla, de la seguridad comunitaria del encuentro de los cuerpos en la calle.
Describió a la vida en la ciudad como un ballet, cuya coreografía desplegaban los niños que van a la escuela, las mujeres barriendo la vereda, los comerciantes abriendo las persianas, la música que llega en la noche. Escenas que constituyen un romance urbano que pudo ser calificado de ingenuo.
Sin embargo también comprendió que el debate político, tantas veces diluido en abstracciones teóricas, debía situarse en la materialidad del territorio. Fue así que incluso algunas veces habló de la ciudad como campo de batalla y allí emprendió su activismo.
En días en que la calle es considerada como algo sucio, desordenado y peligroso, emergen estas ideas que nos recuerdan que ese espacio de confrontación y choque, ha sido expresión de lo hospitalario, dinámico e inclusivo de una sociedad.
Decíamos que Muerte y vida… es un clásico porque a sesenta años de su publicación tiene todavía cosas que aportar. Entre otras una perspectiva valiente de enfrentarse a aquello que viene con el sello de lo nuevo. Porque a poco se le teme tanto como a quedar enfrentado a lo que se hace en nombre de la modernización. Nadie quiere ser tildado de nostálgico, y lo presuntamente nuevo es presentado como un valor en sí: bueno por mera novedad.
Sin dudas por mucho más, y la pregunta por aquello que mantiene vivo el pensamiento de Jane Jacobs resulta estratégica para nuestros días.