En esta nota te vas a encontrar con: seguridad, retención infantil, movilidad
El Sistema de Retención Infantil, es un adaptador al asiento trasero de los vehículos de cuatro ruedas que permite trasladar a les niñes en forma segura, dado que por su contextura (peso y altura) el cinturón de seguridad no puede cumplir la función de sujetar al menor en forma segura, porque ejerce presión sobre tejidos blandos y frágiles generando lesiones graves.
Los SRI se diferencian por el peso y altura del menor en diversos grupos, los primeros tienen un arnés incorporado para sujetar en cinco puntos el cuerpo, posteriormente adaptan el cuerpo al cinturón del vehículo.
La OMS señala que les niñes tienen mayores probabilidades que los adultos de sufrir consecuencias severas al momento de un siniestro vial porque su cerebro y cráneo son más vulnerables al no haber alcanzado la maduración completa.
En el mundo, los traumatismos causados por el tránsito constituyen la principal causa de muerte entre los 15 a 19 años, la segunda causa para el segmento etario que va de los 5 a los 14 años, y una de las principales causas de la carga total de enfermedad para el grupo etario entre 0 y 14 años de acuerdo a lo que señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Está demostrado que el uso correcto de los sistemas de retención infantil (SRI) reduce las defunciones de les niñes y lactantes entre 50% y 70%. La falta de uso de elementos de seguridad vial infantil o su uso incorrecto influyen directamente en la gravedad de las consecuencias que sufren les niñes ante un siniestro vial.
En los inicios del 2021, en el marco del Curso de Profesionalización del rol de Inspectores de Tránsito de toda la provincia de Santa Fe, invitamos a los participantes a realizar encuestas en los operativos de control habituales para evaluar las lógicas de la población santafecina en seguridad vial infantil.
La particularidad de la propuesta nos permitió conocer como se justifican las acciones en relación a la seguridad vial de los más pequeños.
En base a los datos obtenidos, si bien carecen de rigor científico por la cantidad de personas que conforman la muestra, las respuestas nos permiten pensar cuales son las barreras a superar para lograr la seguridad vial infantil.
Según el trabajo realizado, hay poco o nulo conocimiento sobre el uso del Sistema de Retención Infantil. Incluso, en los casos que sí se utiliza el sistema, las respuestas que justifican su uso son vagas en conocimiento técnico específico y en muchos casos lo hacen para evitar multas y no lesiones.
Muchos de los argumntos con los que se justifican las prácticas de seguridad vial están basadas en mitos o en prácticas sociales naturalizadas que no se condicen con las normas o las leyes físicas. La sociedad argentina en general sustenta sus prácticas en visiones fantaseadas de la realidad, sin asumir la responsabilidad que implica el hacer.
Es importante que como actores relacionados con la seguridad vial en general podamos detectar estas visiones para deconstruirlas sobre lógicas más seguras y de cuidado de la vida. Y para eso repasamos algunos mitos a deconstruir para lograr una vialidad más segura
1- Limitaciones económicas para el acceso al dispositivo
La limitación económica para el uso del dispositivo oculta detrás, como contracara, la no construcción de riesgo que implica el desplazamiento de les menores sin el dispositivo adecuado.
Si entendemos que el niño con un dispositivo adecuado tiene una seguridad de hasta el 90% frente a un siniestro y de no tenerlo eso reduce a muy pocas posibilidades de sobrevida, el costo beneficio de la compra del dispositivo no es un argumento.
Asimismo, en la actualidad el costo de un SRI que cubre la vida completa del menor (porque se adapta a la contextura física) es inferior a un cuarto de tanque de nafta mensual por un año.
Es notorio este argumento a la hora de no utilizar el SRI, por eso es importante generar conversaciones que permitan evaluar los costos y beneficios de invertir en la seguridad de los infantes.
2- Comodidad y conformidad del infante en relación al uso del dispositivo
Muchos argumentan que el dispositivo es incómodo para los niños y el traslado en el auto, así como su colocación (argumentando que la misma es una pérdida de tiempo).
Con respecto a esta barrera es interesante realizar paralelismos en la vida, por ejemplo en la alimentación, en abrigarse, aspectos que hacen a los cuidados de los menores que no se negocian con ellos porque entendemos la importancia de los mismos.
Prevalecer en nuestra zona de confort a cualquier precio, es una práctica social muy común en nuestra sociedad que se refleja en todas las problemáticas sociales que atraviesan nuestras vidas.
Es irónico que en las situaciones en que ésta barrera limitaba el accionar seguro del traslado de les niñes, cuando consultábamos a les adultes responsables si eran conscientes de las consecuencias de no usar el SRI (la muerte o lesiones graves de los menores en caso de que se produzca un siniestro) sus respuestas eran afirmativas.
Es decir, en este punto prevalece más el juicio de “a mí no me va a pasar”, un juicio que prevalece en todos las lógicas del tránsito y la movilidad.
3- No haber sido controlado en relación y no ser una práctica habitual en la sociedad en general
Este aspecto da cuenta de una construcción moral heterónoma (contraria a la autónoma), necesitando el control externo para orientar la forma de accionar.
En este punto es importante diferenciar el hacer del control o la sanción, dado que las consecuencias de las acciones no son la multa (en principio) sino las lesiones que se producen. Es decir, cómo interpretamos en control en la sociedad, qué vemos de él, la multa o lo sanción, pero no su faceta preventiva que pretende evitar las consecuencias de la inseguridad vial.
Asimismo, está presente la idea de las prácticas habituales (acciones que se realizan sin pensar y que se hacen como habitus) el traslado de los niños se realizan habitualmente sin registro de la seguridad específicamente.
4- Diferencias espacio urbano del rural
Encontramos en las respuestas de la población que en los espacios urbanos no hay registro del peligro, muchos argumentan que los traslados son dentro de la ciudad como si esa definición ya implica la seguridad del menor.
Lo cierto es que las leyes de la física están presente constantemente y una colisión a 40 Km/h sin estar sujeto al vehículo es similar a caer de un cuarto piso. Es como si dejáramos al niñe caminar por una cornisa.
Es menester deconstruir esta fantasía de que un espacio es más seguro que otros cuando las prácticas inseguras son las mismas.
Es importante reflexionar dónde se construyen estas definiciones, cada localidad tiene sus propios acontecimientos que fueron justificando el accionar colectivo en materia de movilidad.
5- Garantizar la seguridad en la destreza del conductor
Muchas de las justificaciones al no uso del SRI estuvieron relacionadas con la prudencia o certeza del conductor del vehículo, que lo exime de tener un siniestro (en su imaginario).
Pensar que depende del conductor y sus acciones es propio de una cultura que no piensa en la complejidad de la situación. El espacio público es una institución que se conforma de un sin fin de dimensiones y variables.
La lógica causa – efecto basada solo en la conducción se remite a la incorporación del auto como bien individual de status, sin espacios de aprendizaje de la complejidad del tránsito y la movilidad.
6- Trayectos cortos
Los trayectos cortos son una histórica justificación a no sujetar las propias prácticas a la norma. Las estadísticas nos indican que la mayoría de los siniestros se producen en estos trayectos cortos y recurrentes, en los que nunca pasa nada hasta que pasa y ya es tarde para prevenir consecuencias.
En este aspecto es interesante volver a pensar la lógica del pensamiento mitológico que justifica nuestro accionar dado que se construyen argumentos en base a variables que no influyen en la seguridad vial, la distancia de los trayectos no varía en cuánto a la posibilidad de tener un accidente de tránsito o no.
7- Uso del cinturón del auto para la protección del menor
Este argumento se relaciona directamente con la falta de conocimiento técnico específico de la anatomía humana de un niño, el funcionamiento del sistema de retención infantil y las leyes de la física.
La fuerza ejercida por la inercia en una desaceleración brusca hace que los dispositivos de retención sostengan el cuerpo ejerciendo una fuerza contraria que depende donde se ejerza también puede lesionar. Es decir, el cinturón de seguridad funciona sosteniendo el cuerpo en tres puntos de nuestro sistema óseo que es el que puede soportar más fuerza sin lastimarse, el hombro y la clavícula, y las caderas y la pelvis.
En este sentido, por la contextura física de les menores el cinturón común no logra retener al menor en el asiento; o genera lesiones graves en otras partes del cuerpo sensibles como el abdomen que es tejido blando, o el cuello y las cervicales que son vitales para la supervivencia.
8- Mayor cantidad de ocupantes
Muchos de los argumentos esgrimidos tenían relación directa con exceder la cantidad de ocupantes en el vehículo por ser una familia numerosa. Es decir, preexisten necesidades personales y familiares por sobre la normativa y las leyes de la física.
Garantizar la seguridad de todos los ocupantes del vehículo es prioritario en un desplazamiento, cada vehículo cuenta con una plaza de ocupantes determinada justamente por la cantidad de cinturones de seguridad que tenga el vehículo.
9- Apuro en salir
El salir apurado y sin tener tiempo de atender la seguridad del menor es un argumento que se utiliza mucho. El tiempo y los compromisos asumidos definen mi accionar, desconociendo los costos que se pagan por comprometerme con llegar antes que con la forma en que se realiza ese desplazamiento.
Los argumentos muestran una forma de pensar, sentir, justificar el hacer y efectivamente accionar.
Reflejan juicios con los que nos comprometemos como una forma de negar o evitar la responsabilidad que existe en relación al cuidado de les más pequeñes en la circulación.
El gran interrogante que se abre en relación a la problemática es cómo avanzamos culturalmente a un pensamiento crítico que permita sustentar nuestros juicios en afirmaciones concretas y no en mitos o supuestos fantásticos que permiten evitar en el momento, pero los costos pagados son altísimos.
Es imprescindible sostener conversaciones en relación al cuidado y amor de les adultes responsables de la crianza, el cuidado tiene que contemplar las prácticas seguras en el espacio público.