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Claro, si podés caminar en una ciudad resulta difícil refutar la caminabilidad de la misma. Pero lo que este concepto viene a poner en discusión es si, al hacerlo, esto no significa un riesgo para tu salud, o un riesgo en su sentido más estricto, o que la respuesta a tu necesidad no se encuentra a una distancia que ponga en riesgo la vida útil de tus zapatillas. En fin, lo que busca la caminabilidad es saber que tan amigable es la ciudad para andar. Porque andar, caminar, deambular, patear, o como quieras decirle tiene una serie de ventajas. Directa e indirectas.
Entre los beneficios de las ciudades caminables se encuentra la disminución de emisión de gases contaminantes por parte de los vehículos; la reducción del sedentarismo y los problemas de salud vinculados con esta forma de vida; aumenta la sociabilidad y vuelve el espacio público un lugar más vivo. Y, por último, también favorece a los comercios de cercanía que, ante mayor circulación de personas, se ven beneficiados con el aumento de ventas.
Históricamente, en el último siglo, las grandes ciudades organizaron sus trazados con vistas a favorecer la transitabilidad de vehículos privados (principalmente el automóvil). Dejando en segundo plano al transporte público, ciclistas y, también, a los caminantes. Si una persona hace el ejercicio de observar el espacio público de su barrio, notará que la mayoría del mismo está asignado a la calle, ya sea para tránsito o para estacionamiento. Quedando para los caminantes un porcentaje notablemente menor asignado a veredas, que no siempre se encuentran en el mejor estado de mantenimiento. (Para muestra sobra un botón. Busquen fotos de las ciudades antes de la existencia del auto, o una película, y verán como la calle no tenía un dueño como ahora lo es el automóvil).
Tras largos años de observación sobre los perjuicios que traía a las ciudades el esquema de movilidad imperante, expertos de diversas disciplinas (que pueden escuchar en este episodio, o en este otro) empezaron a recomendar que los tejidos urbanos prioricen las formas de transporte sin motores (bicicleta y pedestre). Enfocados en la segunda, surgió la pregunta de cómo hacer una ciudad más caminable. A continuación una recopilación de casos en donde se dejó de lado la antigua prioridad a los autos en favor de los caminantes.
Calle Güemes, Mar del Plata
El reconocido paseo comercial de la ciudad balnearia fue desarrollándose poco a poco en lo que era un barrio residencial, calmo y sin mucha circulación. Con la progresiva aparición de locales comerciales y gastronómicos, se popularizó la zona y prontamente los urbanistas descubrieron que las angostas veredas del lugar no alcanzaban para cubrir la inmensa circulación de peatones.
Por eso, se procedió a intervenir el espacio, reduciendo el espacio destinado a los autos y cediéndolo a otros fines como lugares de descanso para los peatones.
A su vez, mediante urbanismo táctico se ampliaron las esquinas para tener cruces más seguros y se agregó más mobiliario para el ocio y la socialización de los transeúntes.
Ampliación de veredas en calle Sarmiento, Rosario
Sarmiento es una de las calles que, sin ser avenida, tiene un flujo vehicular inmenso. En pleno centro de la ciudad, muchos locales comerciales tienen sede allí. A su vez, forma parte de la llamada área histórica, por la importancia de sus edificios añejos. Y sus veredas eran muy angostas. En la reforma, se angostaron las calles y se colocaron bancos y canteros con árboles autóctonos para crear zonas de descanso a la sombra. Si bien la propuesta recibió críticas por parte de los defensores del tránsito en vehículos, a la larga, fue ampliamente aceptada por los ciudadanos, principalmente los peatones.
Otras alternativas
Descentralización de las ciudades: es decir que cada barrio tenga todo lo que necesita sin necesidad de recurrir al centro de las urbes.
Iluminación nocturna: muchas veces es la falta de luz lo que aleja a los ciudadanos de las caminatas ya que los espacios oscuros incrementan la sensación de inseguridad y los posibles hechos delictivos.
Impulsar actividades recreativas y colaborativas entre ciudadanos: con el fin de vincularlos con el espacio público y de acercarlos al mismo.